8.7.10

Todos tenemos problemas



















Ya no daba para más, dar vueltas por Santiago en el viejo Corsa 3 puertas, no era panorama para 2 años de pololeo. Las cosas no iban del todo bien y las calles se acabaron en cosa de minutos. El semáforo en rojo fue la señal esperada. Sofía sabía que Carlos le era infiel, era un secreto a voces. No se atrevía -quizás no podía- a terminar con 730 días, la colección de días era un hobby del que costaba deshacerse. La música sonaba, la emisora no importaba, porque el ruido era una excusa para no hablar. Ceda el paso, disco pare, pasos de cebra, extender una agonía.

Luego de recordar los momentos felices, que sumaban el 51% exacto de la relación, Sofía supo que no habrían señales, que el destino no existe y que, a su favor, estaba en el tiempo y lugar preciso. Giró su cabeza y sus ojos se clavaron en otros que nunca antes vio, que nunca más volvería a ver, pero que lograron abrirle los suyos.

Se abrió la puerta del auto, Carlos mantenía su mirada fija en el semáforo. Sofía tomó su cartera y, antes de cerrar de un portazo, pensó en voz alta: "Todos tenemos problemas".-

1 comentario:

  1. "La música sonaba, la emisora no importaba, porque el ruido era una excusa para no hablar".
    un poco de lo que no queremos darnos cuenta es la dosis perfecta para hacer pico un pololeo.
    cuánto hay de cierto en tus palabras, amigo, que yo al menos en mi cabeza antecedo y prolongo el relato con mis propias experiencias.

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